domingo, 2 de septiembre de 2018

[‪#DIARIODEVIAJE] El Cruce Andino por los lagos


Fue un deseo. Luego un decreto. En mi última visita a Bariloche había soltado una frase que después se convirtió en una meta, en un objetivo. En ley. "La próxima vez que venga, voy a hacer el cruce andino por los lagos".
Bariloche
Así fue. Bariloche es una ciudad que me encanta, que adoro porque sus calles siempre me invitan a transitarla y porque sus paisajes siempre me sorprenden. Pero mi paso por sus arterias, en esta ocasión no eran el motivo principal de mi viaje. Volví a la ciudad como punto de partida y punto de regreso de un deseo que había expresado para que el universo hiciera lo suyo. Y lo hizo.

Contraté el cruce andino a través de los lagos Nahuel Huapi, Frías,Todos los Santos. Además de conocer esos escenarios naturales que adivinaba maravillosos, el cruce además era el paso necesario para seguir camino hacia la Isla de Chiloé.
Bariloche
Habitualmente un viaje me conecta con otro viaje. Es como si fuera mi propia semiótica de los viajes. Podría decir que un viaje me remite a un viaje o un conjunto de viajes. En fin, esa cadena de viajes comenzó a gestarse un tiempo antes. Cuando estaba en Valparaiso, el guía del free walking tour nos llevó a observar algunos murales que hablaban de la problemática ambiental en la isla. Frente al diseño colorido que dejaba expuesto sobre el muro temáticas como el impacto de las industrias madereras, las salmoneras y los intereses económicos contrapuestos a la preservación, mi interés por conocer la isla comenzó a despertarse.
Bariloche
Volví a Bariloche. Emocionada, como siempre que vuelvo. La observé, la caminé todo lo que pude en el poquito tiempo que tenía antes de lanzarme a la aventura a través de los lagos. Anduve por las orillas del Lago Nahuel Huapi como si fuera la primera vez que lo veía. Y también con la emoción del reencuentro. Estar otra vez en el mismo lugar que te asombró alguna vez y que te siga asombrando me resulta mágico. Tomé el bus que me llevaba al Hotel Llao Llao sólo para recorrer sus alrededores. Visité la capilla de San Eduardo, luego caminé hacia el lago por calles rodeadas del amarillo intenso de las retamas que no podían más de tan florecidas. La pasividad y la belleza son una combinación que sólo puede dar por resultado la satisfacción de estar donde uno quiere estar en el momento que tiene que estar.
Bariloche
Al día siguiente me estaba embarcando en un catamarán que me llevaría a navegar por el Nahuel Huapi. Entonces vinieron los recuerdos de viajes anteriores en los que había realizado ese mismo circuito. Otra vez a observar las costas con sus murallones enormes, los bosques andinos, las gaviotas que son las estrellas del paseo. Todos quieren la foto con la gaviota llevándose la galletita que le ofrecen los turistas. No es una práctica con la que esté de acuerdo, pero confieso que el comportamiento repetido de las aves, tan próximo, llama mi atención.

Una vez que llegamos a Puerto Blest, un bus nos llevó hasta la siguiente embarcación con la que navegaríamos el Lago Frías. Sus aguas color verde espeso, los cerros que lo rodean, el avistaje de cóndores, todo es tan hermoso como fresco. Luego, continuaba un recorrido en bus por una ruta de ripio, estrecha y sinuosa y con una vegetación asombrosa, propia de la selva valdiviana. El paisaje a través de la ventanilla llena el corazón de expectativas. Mientras dura el viaje, la mente viaja también. Explora las imágenes que devuelve el panorama y va mucho más allá.
Bariloche
Hubo que realizar los trámites migratorios para realizar el cruce de la frontera y nos dieron tiempo libre para almorzar o para recorrer los jardines, el viejo hotel de Peulla, la cascada. También estaba la posibilidad de ir caminando hasta el puerto desde donde embarcar el catamarán que nos llevaría a navegar por el Lago de Todos los Santos. Durante la navegación, fue posible observar la belleza del lugar y la majestuosidad de algunos picos de la cordillera, entre ellos el Volván Osorno. Mientras todo transcurre, es imposible no pensar en la belleza del lugar, lo pequeño que es el ser humano frente a tan inmenso paisaje. La composición escénica es tan increíble que el universo entero resulta una quimera. La imagen de los picos nevados se ven tan cercanos y lejanos al mismo tiempo. Hay tanto de fantasía y de realidad en ese fragmento mágico del viaje.
Luego del desembarco, un bus nos llevaría hasta Puerto Varas, el punto final del recorrido. El cruce de los lagos no puede hacerse de ida y vuelta en el mismo día. Por lo general, quienes eligen hacer el circuito, se quedan una o dos noches en territorio chileno.
Lago Nahuel Huapi
Puerto Varas tiene una hermosa costanera sobre el Lago Llanquihue. Es una población pequeña y tranquila. Y muy atractiva. Es bella. En sus construcciones se leen las huellas de la inmigración alemana que se afincó en sus tierras. Pasear por sus calles es como meterse en una película del pasado. Sus fachadas, sus recovecos, invitan a andar y andar. Entre sus iglesias, la del Sagrado Corazón es un punto de interés indiscutido. Su cúpula rojiza se eleva sobre las demás construcciones. Son muchos los turistas que llegan a conocerla pero también muchos los locales que se congregan para presenciar la misa.
La plaza principal es un punto clave de reunión. Cerca de allí, un bus me llevaba a Frutillar, otra población digna de admiración. El paseo a orillas del lago es exquisito. Un muelle invita a transitarlo, a contemplar el Volcán Osorno, e intentar un buen retrato.
Lago Todos Los Santos
Además de las fachadas de las casas, los jardines cuidados y coloridos, las casas de comida típica alemana son una gran imán. Las tortas y los chocolates son una tentación irresistible. Nadie puede irse del lugar sin probar algún bocado.
En Puerto Varas hay una terminal de buses. Sin embargo, tomé un transporte local hasta Puerto Montt y desde allí otro bus. A poco de iniciado el viaje, el ómnibus subió a una balsa que nos permitió llegar a la Isla. Una vez en tierra, se desplazó por un paisaje rural que se prolongaba a ambos lados de la ruta. Unas tres horas más tarde, estábamos llegando a destino, la ciudad de Castro.
Había visto algunas fotos, pero la realidad siempre te supera. La dinámica de la ciudad era ajetreada como la de cualquier ciudad principal. La plaza estaba muy concurrida en el atardecer de un día agradable. Muchos niños y adolescentes jugando y reunidos en plena charla. Vendedores de globos y confituras. Sencillez y dinamismo, todo junto.
Puerto Varas
La Isla cuenta con numerosos puntos de interés. Idealmente se recomienda alquilar un vehículo. Aunque hay una terminal de buses municipal desde donde parten diversas líneas de transporte. El Muelle de las Almas es uno de los sitios más promocionados, junto con la visita al Parque Nacional. El bus transita por calles asfaltadas hasta que luego toma un camino de ripio. Se detiene en un páramo donde hay una caseta en la que se paga un ingreso. El vehículo nos espera. Es una mañana fría y brumosa. A lo lejos se divisa el mar. Luego, cuando todo el contingente está nuevamente a bordo, el chofer retoma la marcha. Nos conducirá hasta el punto de inicio del sendero que nos lleva al Muelle de las Almas.
Iglesia Sagrado Corazón Puerto Varas
El nombre del sitio suena enigmático y despierta curiosidad. Muchos de los que viajan en el bus no saben muy bien hacia dónde nos dirigimos. Yo tampoco. Sólo seguí la recomendación de la dueña del hostel. Me dijo que tenía que ir porque era un sitio muy bonito. Y solo eso. Así que hacia allá fui. Hacía mucho frío. La caminata hizo que poco a poco empezara a entrar en calor. Había un buen trecho para caminar con subidas y bajadas. Agotadoras, pero el paisaje era un incentivo. Desde lo alto, observamos el muelle, y en un letrero se relataba la leyenda que dio nombre al lugar. Se trata de un relato ancestral en el que las almas esperan allí ser llevadas a su destino final.
Frutillar
Los puntos panorámicos ofrecen postales asombrosas. Descendiendo, se encuentra el muelle, obra del artista chileno Marcelo Andrés Orellana Rivera. Y más adelante, un apostadero de lobos marinos. El lugar es fantástico, y ofrece una conexión espiritual con el universo que es imposible no sentirse un privilegiado. Al regreso, el bus aguarda a todos los viajeros y nos llevará hasta el Parque Nacional. Allí, hay que pagar un acceso que permitirán el recorrido por los distintos circuitos. El camino de las dunas llevaba a orillas del mar, mientras que otros nos conducían a recorrer los diferentes estratos de vegetación, desde los arbustos hasta los bosques fríos.
Castro Isla Chiloe
El Parque tiene una pasividad natural que invita a recorrerlo en modalidad slow. El tiempo pasa mientras la vista se pierde entre las olas que vienen y que van. Los más intrépidos, se animarán al chapuzón en el mar. Otros simplemente se sentarán largo rato en la arena a contemplar. El clima es cambiante como en toda la región patagónica. Si bien está fresco, el lugar hipnotiza. La caminata por el sendero a través del bosque frío nos sumerge en una humedad intensa donde los musgos y hongos se expresan ampliamente. Las aves se ocultan entre las ramas y regalan su canto. El piqueteo constante de los carpinteros pueden sorprendernos en cualquier momento. La tarde transcurrió lentamente. Cuando llegó el momento de partir ya no quedaba nadie en el interior del Parque. 
Hubo que esperar la llegada del último bus para emprender el regreso. Mientras esperaba, las aves parecían aprovechar el atardecer para salir a deslumbrar con su colorido y su canto. En eso estaba cuando vi acercarse el bus. La estancia en la isla apenas comenzaba, y ya me había dado argumentos suficientes para sentirme feliz porque el universo se había hecho eco de mi petición, y una vez más había conspirado a mi favor.
Bariloche

Bariloche

Bariloche

Bariloche

Bariloche

Bariloche

Bariloche

Cruce andino

Cruce andino

Cruce andino

Parque Nacional Vicente Perez Rosales

Monte Tronador

Peulla

Peulla

Peulla

Peulla

Peulla

Peulla

Peulla

Peulla

Peulla

Peulla

Peulla

Puerto Varas

Puerto Varas

Puerto Varas

Puerto Varas

Puerto Varas

Puerto Varas

Puerto Varas

Puerto Varas

Puerto Varas

Puerto Varas

Puerto Varas

Puerto Varas

Frutillar

Frutillar

Frutillar

Frutillar

Frutillar

Frutillar

Frutillar

Cruce hacia la Isla Grande de Chiloé

Cruce hacia la Isla Grande de Chiloé

Entrada Muelle de las Almas

Chiloé

Bus hacia el Muelle de las Almas

Muelle de las Almas

Muelle de las Almas

Muelle de las Almas

Muelle de las Almas

Lobería

Muelle de las Almas

Muelle de las Almas

Parque Nacional Chiloé

Parque Nacional Chiloé

Parque Nacional Chiloé

Parque Nacional Chiloé

Parque Nacional Chiloé

Parque Nacional Chiloé

Parque Nacional Chiloé

Parque Nacional Chiloé


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