El moon-do a tus pies: [‪#‎INFOTURISTICA‬] Escapada: Verónica

lunes, 17 de agosto de 2015

[‪#‎INFOTURISTICA‬] Escapada: Verónica - Pipinas

Su nombre de mujer suena en un rincón de la provincia de Buenos Aires. Su calles guardan el silencio de una tranquilidad apenas rota por el deambular de algún vehículo. Su presencia en la pampa le otorga una identidad ligada al campo y las faenas rurales. Inagotable, silenciosa, laboriosa, amena, amigable, tranquila. Tiene una dinámica pueblerina, lejos de los destellos de las grandes ciudades. En Verónica no hay grandes vidrieras ni centros comerciales, complejos de cines ni grandes supermercados. En cambio, hay paz, descanso y sosiego. Es un destino ideal para la práctica del turismo rural y el cicloturismo.

El mayor movimiento se registra en la terminal de ómnibus que funciona en la vieja estación del tren. El Expreso La Plata rutinariamente llega desde la capital provincial en su recorrido hasta Pipinas y a la inversa. En el mismo predio de la terminal funciona la Dirección de Turismo, pero los fines de semana está cerrada.

Algunas maquinarias utilizadas en la labranza se exhiben al aire libre. Forman parte del patrimonio local y son piezas del Museo Regional. Son una marca de identidad que dan cuenta de la importancia de las actividades rurales en la zona. Unos metros más allá, la plaza principal, y frente a ella, el Club Social y Deportivo, la Municipalidad y la Iglesia.

Verónica es la cabecera del partido de Punta Indio, a 40 kilómetros de La Plata. Es una población centenaria que celebró su primer siglo de vida en el mes de marzo. Para la ocasión se prepararon festejos que incluyeron la realización de algunas obras públicas y eventos multitudinarios con desfiles varios de autos antiguos, bicicletas, gauchos, entre otros motivos y recitales. Algunos murales recuerdan el acontecimiento.

La identidad rural de Verónica se percibe a cada instante. Un cartel, sobre el césped de una plaza, reza "prohibida la circulación de caballos". Además de las bicicletas y ciclomotores, los caballos son también un frecuente recurso para el transporte. Los hombres con sus gorras campestres, sus bombachas de campo y sus alpargatas, son parte del paisaje. El horario de la siesta es sagrado y son pocos los negocios que pueden se encontrar abiertos después del mediodía.

El barullo de los loros es lo que más se oye. Los benteveos tampoco se quedan atrás. Junto con las palomas y los horneros, son las aves que habitualmente andan de rama en rama entre los árboles de la plaza, de las veredas y en el campo.

El trazado de las calles en diagonal, y también denominadas con números, remiten a la ciudad capital provincial, solo que a menor escala.

A unos 20 minutos en micro, se encuentra Pipinas, una de las poblaciones integrantes del programa "Pueblos Turísticos". A la vera de la ruta que conduce hacia la zona balnearia de San Clemente, se encuentran estaciones de servicio, puestos de ventas de quesos, embutidos, pan casero, conservas y pastelería. Probablemente lo que más llame la atención es la figura de un cohete que señala el Polo espacial desde donde se hacen los estudios para el lanzamiento de satélites argentinos al espacio.

El Tronador II que se muestra a un costado de la ruta, es una invitación a conocer un poco más de qué se trata el proyecto. Un recinto actúa como centro de información. Muestra en las pantallas información que luego será ampliada por una película que se exhibe en un microcine y que dura apenas 5 minutos pero que sirven para ampliar los conocimientos sobre los proyectos argentinos en materia de satélites.

Después, lo que queda son amplios campos que se expanden largamente. La antigua estación del ferrocarril ya en desuso conserva su cartel nomenclador apenas legible. Más allá se extiende una vieja ruta que conduce hacia las caleras que actualmente se encuentran en propiedad privada y que son una especie de estanque visitados por diversas aves, y también la vieja cementera, que fue motivo de crecimiento del pueblo y también causa de su declive cuando cerró sus puertas en la década de los años ´90s. Las Pipinas es un parador obligado en la ruta hacia la costa atlántica, que también perdió un importante caudal de visitas cuando se mejoró el trazado de otras rutas. Sin embargo, con mucha menos afluencia, sigue siendo un sitio ideal para degustar sus platos típicos en un alto en el camino.

La población de Pipinas es escasa. menos de dos mil habitantes. El pueblo es tranquilo, sin embargo, tiene un notable movimiento orientado hacia la atracción de turistas. El turismo rural es su fuerte. Un hotel recuperado por los lugareños y algunas cabañas, son los principales alojamientos para recibir a los viajeros.

La plaza, la delegación municipal, la iglesia, son otros sitios de interés. Frente a la plaza y también frente al hotel, se encuentran los vestigios de las antiguas cabinas de teléfonos públicos, pero sin teléfono. Son como carcazas abandonadas que simbolizan el paso del tiempo. También son un símbolo sus murales que forman parte del Museo a Cielo Abierto.

Alrededor de sus principales puntos de interés, se trazó un circuito para recorrer el pueblo caminando, en bicicleta o a caballo. Las calles arboladas son una irresistible tentación para dejarse atrapar por ese combo pintoresco de naturaleza y tranquilidad El atardecer ilumina el horizonte y desparrama un brillo dorado sobre álamos, los techos de las casas bajas, la torre de la iglesia. A medida que el sol se esconde, la paleta de naranjas intensos, rosados y violáceos es el preámbulo para una noche estrellada y hace soñar con un nuevo amanecer.

Si no se tiene vehículo, el recorrido hacia Verónica y Pipinas se hace en micro desde la capital provincial con el Expreso La Plata.