miércoles, 11 de febrero de 2015

Que todo sea en Balde

Chiquita. Pequeña. Diminuta. Así es Balde. Como agazapada en un rincón más allá de la ruta que conecta San Luis con Mendoza. Una población de reducidas proporciones se descubre con la tranquilidad de un ambiente pueblerino.
Son 30 los kilómetros al norte de la ciudad de San Luis que separan a Balde de la capital provincial. A un costado de la ruta, un cartel indicador de vialidad apenas la menciona. El micro hace un alto para el descenso. Una senda conduce al corazón del caserío. La caminata se inicia en el arco de la entrada, pero bajo el sol, el trecho se hace largo. A los costados del camino hay pastos y arbustos, alguna que otra margarita, y pájaros que se esconden entre la vegetación. Las más ruidosas son las cotorras que alteran con su griterío la tranquilidad de la siesta.
Algún que otro vehículo pasa de vez en cuando. El viento acaricia los pastizales. Juega con la hierba, agita las flores amarillas. Sacude las hojas de los árboles. No hay mucho más. A uno y otro lado del camino el paisaje es similar. Se siente la tranquilidad, la desolación, la pasividad.
Cuando por fin se divisa el poblado, lo que se descubre es un montón de casas bajas. Un letrero indicador da la bienvenida a Balde. Una plaza con juegos, una senda alrededor, área parquizada. Sin dudas es el centro de reunión social. Y llama la atención por sus dimensiones. Pueblo pequeño, plaza grande.
Más allá están los vestigios de la antigua estación del tren. Abandonada a su suerte, las vías se pierden entre los yuyos, y los viejos edificios están ocupados como viviendas. Apenas unos metros más adelante está la pequeña terminal donde se detiene la combi que realiza el trayecto San Luis-Balde y viceversa un par de veces al día. Cruzando la calle está el camping municipal y el centro cívico. Una plaza pequeña, unos pequeños puestos de venta de artesanías, la pequeña iglesia, y en la misma cuadra la sede municipal. A una cuadra se encuentra la escuela. Un par de cuadras a la redonda y se acaba el pueblo.
Balde es un centro termal. Desde la década de 1930, las aguas termales son el eje del movimiento turístico que llega a esa pequeña población. El otro atractivo turístico de la zona son las Salinas del Bebedero, a unos cinco kilómetros del centro de Balde.
La mayoría de los turistas llegan en sus propias casas rodantes o se alojan en el camping. El nombre del lugar deriva de los pozos de los pozos de agua o aljibes. Los baños termales tienen una temperatura de unos 40 grados y reconocida acción terapéutica. Son aguas alcalinas, sulfatadas y mineralizadas que actúan como relajante muscular.
El centro termal municipal tiene varios cuartos privados en los que tantos locales como visitantes realizan baños de inmersión. La tarifa es accesible, y si se desea,también se pueden realizar masajes. Es un lugar sencillo que actúa como centro de reunión entre los vecinos y también un buen ámbito para conocer a la población residente y compartir sus vivencias.
En el parador de la combi que lleva de regreso a San Luis hay un pequeño comedor. La dueña, sirve el café que ameniza la espera del vehículo, y convida tortilla casera.
Un baño termal, una amena tarde en un caserío tranquilo. Es un lugar pequeño. Pero visitarlo, no es en Balde.










1 comentario:

  1. Las imagenes no corresponden a la realidad.Las aguas termales seran curativas pero el lugar deja mucho que desear no hay nada para hacer falta atencion y limpieza

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