El eslogan elegido para la difusión apela a la belleza de un territorio natural, casi inexplorado. Un lugar en el que la naturaleza efectivamente se expande en cada rincón. Un clima pródigo donde el verde se expresa largamente, profunda, intensamente. Sin embargo, es un espacio perdido, una dimensión desconocida entre los atractivos turísticos.
El norte del país está señalizado por faros ubicados en extremos bien opuestos: las Cataratas del Iguazú en el nordeste, y Salta y Jujuy en el noroeste. En el medio, la nada misma.
Como si hubieran llegado tarde al reparto de las plazas turísticas, Chaco y Formosa se ganaron un lugar en el olvido. "Todos los que llegan hasta aquí siempre dicen que vienen porque es la última provincia que les falta conocer del país". De esa manera expresaba un guía turístico formoseño la sensación de ser el último orejón en el mapa de la Argentina.
Según un estudio de la consultora privada Evaluecon difundido en el mes de marzo 2015, las provincias de Salta, Santiago del Estero, Jujuy, Chaco y Formosa ocupan los puestos principales entre las más pobres de la Argentina. Frente a ese panorama, el turismo podría presentarse como una oportunidad. A diferencia de los distritos del noroeste que desde hace unos años están trabajando en el desarrollo turístico, tibiamente, la provincia con el mote de hermosa está buscando salir de ese letargo.
En Formosa casi se podría descubrir un humedal en cada esquina. Es una forma figurada de describir la presencia constante de espejos de agua de diferentes dimensiones en torno a las cuales se forma un ecosistema. Algo así como un diamante en bruto con aristas codiciadas por el turismo ecológico, turismo aventura, turismo naturaleza,
La superficie de la provincia de Formosa se recorta entre los ríos Pilcomayo y Bermejo por el norte y sur respectivamente y el río Paraguay al este. El arrastre de materiales que realizan los ríos le aporta acumulación de sedimentos a los suelos, así como también crecidas frecuentes. El suelo es apto para el desarrollo de bosques, las pasturas para el ganado, y también las actividades agrícolas.
El algodón era el principal cultivo de la provincia, tanto que la imagen de un capullo se destaca en el escudo provincial. En la actualidad, la escasa rentabilidad de su producción, hace necesario diversificar los cultivos. La producción abarca desde zapallo, batata, sandía, melón, pomelo, banana, y otros frutos como el mango, maracuyá y ananá. Muchos de los cultivos corresponden a pequeños productores entre los que se encuentran las comunidades originarias.
Entre las actividades ganaderas se destacan la cría de ganado caprino, bovino, la incorporación de búfalos para la elaboración de queso mozzarella, y la producción de charque (carne deshidratada), cuya elaboración se ve beneficiada por tratarse de una región con muchos días de sol, altas temperaturas y pocos días húmedos, factores que facilitan la deshidratación.
Formosa cuenta con atractivos turísticos que efectivamente están basados en su belleza natural como El Bañado La Estrella, que se encuentra entre los principales humedales de Sudamérica, el Parque Nacional Pilcomayo, la Reserva Natural Formosa y otros espacios protegidos. También hay sitios en los que se rescata la tradición histórica y cultural, ligada a las costumbres de las poblaciones originarias como las localidades de El Potrillo, Ingeniero Juárez y General Mosconi. Es en el territorio de la provincia donde cada año se celebra el Encuentro de Pueblos Originarios de América al que asisten representantes de todo el continente. En la villa turística Herradura se encuentran campings y residencias rurales y se puede practicar la pesca. Misión Laishi, en la que resaltan las actividades rurales y religiosas, y la capital provincial son también destinos para ser visitados. La naturaleza, la cultura, la aventura, el ecoturismo, el turismo étnico, son parte de su patrimonio. El imperio del verde es sin dudas un lugar ideal para el avistaje de aves y la pesca deportiva.
Entre los grupos étnicos que componen la población formoseña se encuentran los Pilagá en el centro norte, los Wichí en el centro oeste y los Toba Qom en el centro este y oeste formoseño. Como parte de la inquietud por promover el desarrollo turístico, en algunas poblaciones se busca que los miembros de estas comunidades muestren a los turistas sus tradiciones y les ofrezcan sus artesanías. La intención abraza la idea de incluir a las minorías, sin embargo aún falta definir una política clara al respecto.
Las largas distancias entre dos puntos a veces no pueden ser cubiertas por medios de transportes públicos, y son difíciles de atravesar con vehículo propio en trazados de ripio o tierra, los micros no tienen frecuencias favorables o no se encuentran en condiciones por lo cual se generan demoras o habituales inconvenientes para llegar a destino.
La infraestructura hotelera así como gastronómica suele estar lejos de ofrecer alternativas a los turistas. El rescate del propio patrimonio por parte de la población, así como la incorporación de los residentes a la actividad turística, sigue siendo una materia a trabajar.
El turismo es una alternativa para el desarrollo local. En el caso de Formosa todavía falta mucho por hacer para que la actividad contribuya a la mejora de la calidad de vida de la población, a la revalorización del patrimonio y a la disminución de la pobreza. Formosa ciertamente es hermosa, pero todavía falta mucho, quizá demasiado por hacer. Que la iniciativa exista, es un buen comienzo. Ojalá no quede solo en un eslogan.
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