Los descapotables son los más atractivos. Inevitable pensar que en Buenos Aires casi no se puede circular con las ventanillas bajas. Tener un auto moderno es casi un pecado, ostentación. Una provocación. Sin embargo, en la capital chilena, casi todos los vehículos son modernos.
Lo siguiente que me llama la atención es la cantidad de gente que circula en bicicleta. Muchos señores de traje, muchas señoras bien vestidas. Bicicletas en buen estado, y muchos de los ciclistas con casco circulando por bicisendas. Bicicletas, muchas de ellas de las que se retiran en una estación automática y se dejan en cualquiera de las estaciones que están en los parques.
Casualmente, por la mañana, en el noticiero trataban la problemática del tránsito en Santiago. El rsponsable del área de transporte explicaba que en la ciudad hay un gran número de vehículos y que se espera un crecimiento del parque automotor de un 3% más para el año siguiente y que en unos pocos años, el avance de la cantidad de autos en las calles va a hacer que el colapso sea aún mayor. Apelaba a la modalidad de transporte compartido, con el cual los automovilistas ya no viajen solos, sino que compartan con otros el transporte. Y sugirió otras alternativas como el transporte público o la bicicleta.
Como parte del ordenamiento del tránsito, el ministro explicaba que la tendencia es a restringir en determinadas zonas el acceso al tránsito vehicular y que es necesario que se respeten los espacios destinados a cada medio de transporte. Los ciclistas se quejan de que automovilistas no respetan la bicisenda. Los choferes de colectivos se quejan de la falta de respeto de sus carriles exclusivos.
La problemática del tránsito, no sólo repercute en las dificultades de circulación, y la accesibilidad a los lugares, si no también por el nivel de contaminación del ambiente. Esa es la siguiente cuestión que resulta llamativa a los ojos poco habituados a la dinámica de la ciudad chilena. Se observa a lo lejos la figura de los cerros como si se mostraran a través de una cortina compuesta de partículas en suspensión. Hay una tonalidad grisácea que lo cubre todo y altera las posibilidades de observar el horizonte con claridad. La escenografía permite confirmar que Santiago es una de las capitales más contaminadas del mundo.
Oriente y poniente. Todo en Santiago parece estar dividido según sea hacia la Cordillera o hacia donde se esconde el sol. Según me explicó el taxista, esa es una forma muy habitual para orientarse, mirar hacia dónde se encuentran las montañas.
Edificios vidriados, altos, modernos. La fisonomía que dibujan las torres que pueblan la ciudad remiten a una urbe dinámica, progresista. Y la construcción parece no detenerse. Abundan las grúas, indicio de la creación de nuevo edificios. En la mayoría de ellas se advierte la utilización de sistemas antisismicos.
Grandes mall. Esa es otra de las características destacables. Las cadenas ocupan enormes superficies a pocos pasos unas de otras. Patios de comidas poblados por marcas extranjeras como Dunkin Donuts, Subway, KFC, Pizza Hut, Domino´s pizza, y muchos más.
La sensación de seguridad es otra cuestión recurrente en Santiago. Es difícil encontrar algún lugareño que hable de inseguridad. Por lo general sucede todo lo contrario. Dicen que todo es muy tranquilo, que hay seguridad, y que nunca pasa nada. No podría afirmar que sea tanto así, pero sí es cierto que las personas parecen circular sin la paranoia a la que los porteños estamos habituados. Hacia el Centro, la presencia de los carabineros es mayor. En las zonas residenciales no se los observa tanto, pero se percibe a la gente circular con tranquilidad. Aún incluso cuando porten equipos electrónicos o celulares de última tecnología.
Los lugareños destacan la estabilidad de su economía, y el casi pleno empleo del que gozan en la actualidad. Una anécdota vale como ejemplo. En Chile, los enchufes tiene tres patitas redondas paralelas, bien diferentes de los utilizados en Argentina. Necesitaba un adaptador y me sugirieron ir a una de esas grandes cadenas de artículos para el hogar, como Easy. Allí, en la sección de electricidad atendía una señora de más de cincuenta años. La mujer, caminaba con dificultad a causa de una renguera. Se desplazaba por el pasillo que tenía a su cargo, asesorando a todos los clientes que necesitaran de su apoyo. Es algo que me llamó la atención a nivel empleo porque no me tocó presenciar un caso similar en una gran tienda en Buenos Aires.
Otras cosas que me resultan bastante diferentes, es el tema del dinero. Muchos ceros y billetes realizados en material de plástico. El ejercicio de pensar cuánto cuesta en dólares, para después traducirlo a pesos argentinos me resulta difícil, pero con calculadora en mano, los precios de algunos productos me resultaron mucho más accesibles de los que tenemos en Argentina.
Con el paso de los días, y siendo esta mi tercera vez en Santiago, de alguna manera me voy acostumbrando a circular sin temor por las calles, a que se me vayan los ojos detrás de algunos vehículos que nunca antes había visto, más que a través de la televisión. A la comida abundante en mariscos, la influencia gastronómica peruana, y a la comida rápida de las marcas que prácticamente no existen en Buenos Aires. Por supuesto, también me resigno al taco. No se trata de una oda a la capital chilena, si no de una serie de aspectos que despiertan curiosidad en contrapartida con la rutina porteña. ¿Cachay?
Parque Arauco |
El rosedal chileno |
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