Azul está teñida por un halo especial. Tiene en su nombre la intensidad del cielo, la profundidad del mar, y la referencia del arroyo Callvú Leovú, el nombre con el que los habitantes originarios llamaban al principal curso de agua, y cuya traducción al español da por resultado el nombre de la localidad.
Como un zafiro reluciente en la inmensidad pampeana, Azul se destaca entre tanto verde. A 300 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, en el centro geográfico de la provincia, su brillo es un imán que atrae con su promesa de descanso y tranquilidad.
El ritmo de la vida está marcado por el predominio de actividades agrícola-ganaderas. Los campos que se extienden más allá del casco urbano, pueblan las tierras de cultivos de cereales, y verduras. y también de vacas, ovejas, caballos y animales de granja.
Fundada en 1832 por Pedro Burgos, en el mismo lugar que en la actualidad ocupa la Plaza San Martín, la historia de Azul comienza a desplegar su magia. Alrededor de la plaza principal se ubican el edificio de la Municipalidad (construido en 1886), el Teatro Español y la Catedral de Nuestra Señora del Rosario. El conjunto forma parte del preciado patrimonio de la ciudad.
El Teatro, fundado en 1897, está considerado Monumento Histórico de la Provincia de Buenos Aires. Permaneció cerrado entre 1976 y 1992, para luego ser reabierto y volver a ocupar un lugar destacado en la escena teatral azuleña. La Iglesia, de estilo gótico, es imponente. Data de principios de siglo XX. En su interior alberga vitrales traídos de Francia y la imagen de fines del siglo XIX de Nuestra Señora del Rosario, originaria de Italia.
La Plaza San Martín, es obra del arquitecto Francisco Salamone. quien realizó numerosas obras en toda la provincia entre 1936 y 1939 por encargo del entonces gobernador de Buenos Aires, Manuel Fresco. Ese espacio público se caracteriza por tener en su composición un juego de simetrías que combina líneas rectas y curvas. Las baldosas tienen una tonalidad que mezcla el blanco, gris y negro dando sensación de movimiento al suelo. Los bancos como las farolas y los maceteros con forma de copa enormes, son parte de ese juego geométrico. En el medio, la figura de San Martín, es la reproducción del monumento construido en Francia en el centenario del fallecimiento del prócer. Los espacios verdes, están cubiertos por rosales, y árboles entre los que se destacan las coníferas.
Algunas otras obras de este arquitecto que pueden visitarse en Azul son el Cristo que está en la entrada de la ciudad, sobre la Ruta Nacional 3, el matadero y el cementerio.
Desde 2007 Azul está considerada por la UNESCO como Ciudad Cervantina de Argentina. Es una de las pocas ciudades en el mundo que ostentan esa distinción. El honor se debe a la colección de obras del Quijote que tenía en su poder Bartolomé Ronco, un vecino de la ciudad, cuya patrimonio fue donado a la biblioteca. Esa distinción promueve que cada año se celebre en Azul el Festival Cervantino. También a causa de ello se encuentran frente al paseo costero, las esculturas realizadas en chatarra por el artista Carlos Regazzoni, del Quijote, Sancho Panza, Rocinante, el galgo corredor y Dulcinea.
El Paseo Costero que bordea el arroyo Azul es un espacio destinado a la práctica de deportes y actividades al aire libre. Siguiendo ese trazado, se llega al Parque Domingo Faustino Sarmiento. El espacio recreativo fue diseñado por el paisajista Carlos Thays (el mismo que diseñó algunos de los principales espacios verdes de Buenos Aires, como el Parque 3 de Febrero y el Pereyra Iraola). Son 22 hectáreas de puro verde con casi 250 especies de árboles y arbustos que le dan al lugar una atmósfera especial. Entre la vegetación se descubren algunas esculturas. Es un lugar ideal para el sosiego, pero también para caminar y hacer ejercicios. En su entrada principal, se ubica otra de las obras del arquitecto Salamone.
El Balneario Almirante Brown es en verano el eje de concentración de turistas y locales. El cauce del arroyo Azul se convierte en una pileta natural. Hay una oficina de informes turísticos, restaurantes y bares y un extenso espacio de recreación. Un poco más allá, el camping municipal da la bienvenida con todos los servicios a quienes deseen acampar.
A 40 kilómetros de la ciudad se puede disfrutar de un paisaje serrano. Las sierras forman parte del sistema orográfico más antiguo del planeta. Boca de las Sierras es un parador turístico donde se pueden realizar caminatas, cicloturismo, rappel y tirolesa. En las cercanías de este espacio de contacto con la naturaleza, se encuentra el Monasterio Trapense, un convento de estilo medieval que atrae la atención de los turistas. Allí realizan retiros espirituales algunas personalidades destacadas del país. Hay que destacar que si no se cuenta con vehículo, a estos lugares se llega sólo mediante excursión ya que no hay servicios de transporte público que permitan conocer el lugar por cuenta propia.
Recorrer la ciudad en bicicleta es una excelente opción para unir los distintos atractivos turísticos.
En la Oficina de Turismo que se encuentra en la Terminal de Ómnibus se realiza alquiler de bicicletas a un precio muy accesible. Una oferta demasiado tentadora para dejarla pasar.
Azul es un lugar especial para descansar, para reencontrarse con la dinámica pueblerina, para dejarse atrapar por la mística de los edificios más antiguos que cuentan un poco de la idiosincrasia de la ciudad y sus gente. Algunos autos cuyos modelos ya no se ven circular por la gran ciudad forman parte de un paisaje que sorprende. Azul cuenta servicios de alojamiento para todo perfil de viajeros, una variada oferta gastronómica y agencias de turismo para realizar excursiones. No hay excusas para no contarla como opción para la escapada del fin de semana. Azul es el color del cielo, y también del mar. Pero también es la tonalidad que adoptan el relax, la historia, la arquitectura y las actividades al aire libre. Todo se tiñe con una tonalidad que se vive con intensidad.
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